El cuerpo humano vive una constante evolución. Desde el momento en el que nacemos, hasta que cerramos los ojos por última vez, no para de cambiar. Sin embargo, la gran mayoría del mismo es fácilmente identificable por cualquier persona. Desde la nariz, los ojos y la boca hasta los brazos, las piernas y los pies.,
No obstante, existen varias regiones del cuerpo que, a pesar de llevar toda la vida junto a nosotros, no gozan de tanto protagonismo. Es el caso de los dedos de los pies, de la parte posterior de la rodilla o de esa semiluna blanca que aparece en la raíz de nuestras uñas. Regiones, que cohabitan con otras más relevantes del cuerpo humano, que nunca han recibido la atención que merecen… hasta ahora.
¿Cómo se llama cada uno de los dedos del pie?,
Podemos decir el nombre de cada dedo de la mano de carrerilla: pulgar, índice, corazón, anular y meñique. Sin embargo, a la hora de referirnos a los dedos de los pies, la cosa se complica. Mientras que algunos creen que reciben el mismo nombre que los de la mano, otros optan por llamarlos «el que está al lado del gordo», «el del medio» o el que está «junto al chiquitín».
¿Cuál es el nombre de cada uno de ellos? El dedo más interno del pie es el hallux. No obstante, es popularmente conocido como el dedo gordo o primer dedo., A continuación le siguen el segundo dedo, el tercero y el cuarto. Por último se encuentra el meñique del pie, que también es conocido como quinto dedo. Por lo tanto, la mayoría de dedos no tienen nombre, sino número, contando siempre desde el borde interno al externo del pie.
¿Y la semiluna de la uña?,
Por norma general solemos otorgarle un mayor protagonismo a esas pequeñas manchas blancas que aparecen en las uñas de vez en cuando que a la semiluna que podemos encontrar en la raíz de las mismas. Mientras que las primeras aparecen debido a un fenómeno conocido como leuconiquia, producido por un proceso primario en la matriz de la uña (traumatismo, inflamación o defecto de sustancias necesarias para realizar el proceso normal de formación de la uña) que provoca una queratinización anormal, la segunda es la lúnula.,
La lúnula es la parte blanquecina que suele aparecer en la base de la uña. Por norma general es frecuente que resalte más en los pulgares, aunque está presente en cada una de ellas. Tiende a desaparecer durante las últimas etapas de la vida, pero siempre nos acompaña. Un golpe sobre ella puede generarlas famosas manchas blancas que se atribuyen erróneamente a la falta de calcio, de zinc o vitaminas.
De la corva a la flexura del codo
Tanto el codo como la rodilla son dos de las articulaciones más importantes del ser humano. Gracias a ellas podemos llevar a cabo acciones básicas como andar, correr o agarrar y transportar objetos. Sin embargo, para que esto sea posible también hay que tener en cuenta tanto la parte anterior como la posterior de cada una de estas articulaciones.
Mientras que la parte anterior del codo se conoce como flexura del codo, la parte posterior de la rodilla es la corva., En anatomía, la denominación de la parte de atrás de las rodillas es «hueco poplíteo», donde podemos encontrar el nervio ciático, la vena poplítea o la arteria poplítea. Sin embargo, la RAE recoge esta parte de la pierna, opuesta a la rodilla, como corva.
La carúncula lagrimal
Cada persona cuenta con un pequeño nódulo con forma globular y color rosáceo en el canto interno de cada ojo: la carúncula lagrimal., Un bulto, que se forma por elevación de la mucosa, que está compuesto por glándulas sebáceas y glándulas sudoríparas modificadas, todo ello rodeado de piel.
Comúnmente conocido como carúncula, este nódulo que se sitúa en el lago lagrimal destaca por secretar una sustancia espesa de color blanquecino que ayuda a lubricar el ojo. Una sustancia que participa, junto a una mezcla de secreciones de la glándula lagrimal, la conjuntiva, la carúncula lagrimal, la glándula de Meibomio e incluso por mucosidad nasal, en la formación de legañas.,
¿Dónde está el curioso tubérculo de Darwin?
El naturalista inglés Charles Darwin ha dejado para la posteridad una amplia colección de teorías entre las que destaca la selección natural. Desde que falleciera en 1882, su figura continúa muy presente a la hora de dar a conocer cómo fue la creación del hombre y su evolución. Tanto es así que incluso nos acompaña cada día en nuestro cuerpo humano.,
Concretamente en la oreja, donde muchas personas cuentan con el conocido como tubérculo de Darwin. Después de que el naturista describiera por primera vez este pequeño engrosamiento cartilaginoso como un vestigio evolutivo, la ciencia decidió nombrar a esta pequeña región que aparece en el borde las orejas de algunas personas como tubérculo de Darwin.,
Un vestigio, que todavía está presente en un gran número de hombres y mujeres, que se relaciona con la capacidad de los primates de detectar sonidos lejanos. Sin embargo, y al igual que ha pasado con otras características del cuerpo humano como la piel de gallina, el apéndice o las muelas del juicio, han pasado prácticamente al olvido.
En definitiva, el cuerpo humano entraña un gran número de misterios todavía por responder., Desde «nuevos órganos» como el intersticio o el mesenterio, que dividen a la comunidad científica, hasta otros como el órgano de Jacobson, un vestigio mamífero que permite a varias clases de animales captar feromonas en la época de celo de las hembras, pero que no tiene una función conocida en el ser humano.